Además de designar a un grupo etnolingüístico, el término huave ilustra una relación interétnica. Los zapotecos acuñaron el término para referirse a “la gente que se pudre en la humedad”, dibujando así una frontera con el conjunto de poblaciones vecinas que se ubican entre el mar y las lagunas.
Hacia finales del periodo precolombino, los zapotecos de Zaachila descendieron a las planicies del Istmo, aprovechando la debilidad de los mixes y huaves tras el paso por sus tierras de los ejércitos de Moctezuma hacia el Soconusco, que obligó a los huaves a retirarse hacia el mar y a los mixes a refugiarse en las montañas. Durante esta época, el Istmo de Tehuantepec constituía una zona estratégica para las rutas comerciales que se trazaban entre el Altiplano central y la región del Soconusco, en el actual estado de Chiapas. Vecinos cercanos a los zoques de la reserva natural de los Chimalapas, los huaves ocupaban en aquel entonces una porción importante de la costa chiapaneca, y sus poblaciones representaban puntos de apoyo para los comerciantes mexicas que transitaban la antigua ruta de la sal. La incursión de los zapotecos en el Istmo, motivada en parte por la libertad que los huaves concedían a los mexicas en su paso hacia el Soconusco, provocó que los asentamientos originales se redujeran finalmente a un conjunto de poblaciones costeras, cuyos habitantes, por su ubicación en el litoral, adquirieron con el tiempo el nombre de mareños.
Aislado del centro por la masa montañosa de Oaxaca, el Istmo de Tehuantepec se convirtió durante el periodo colonial en la alternativa meridional del comercio. Al ser el centro de acopio de numerosas mercancías, que se canalizan a sitios tan distantes como Oaxaca y Guatemala, la villa de Tehuantepec adquirió desde entonces una importancia que sólo habría de compartir más tarde con la ciudad de Juchitán, cuando la construcción del ferrocarril convierte al Istmo en una de las regiones de mayor crecimiento demográfico a lo largo del siglo XIX.
La especialización de los huaves en los productos marítimos los orillaba a obtener recursos agrícolas de los grupos que se asentaban en el interior de la región, pero este intercambio se simplificaba principalmente gracias a los zapotecos del Istmo, quienes habían hecho del maíz y de otros recursos agrícolas productos de exportación.
En su forma tradicional, la pesca de escama y camarón estuvo durante varios siglos ligada a la organización comunitaria. En San Mateo del Mar, por ejemplo, las actividades pesqueras se dividían de acuerdo con un principio generacional que distribuía a los pescadores en los extremos del poblado. Mientras los niños y los ancianos solían pescar al sur del municipio, en el extenso estero que se forma con las precipitaciones pluviales, las lagunas septentrionales se destinaban a los jóvenes y hombres maduros, capaces de navegar en aguas más profundas y turbulentas…
NOTA SOBRE EL AUTOR
Saúl Millán es etnólogo. Doctor en Ciencias Antropológicas. Actualmente es profesor-investigador de la Escuela Nacional
de Antropología e Historia del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Si deseas consultar el documento completo puedes hacerlo pulsando en Huaves