En el México antiguo, en general se conoció a las ardillas grandes como techálotl y a las pequeñas como mototli. El conocimiento indígena alcanzaba ciertos detalles más allá de este nivel y distinguía tipos de ardillas terrestres y arborícolas, y ocasionalmente ciertos morfotipos y colores. Así, llamaban cuauhtechálotl a las ardillas grandes de árbol y cuauhtechalotlíltic a las ardillas arborícolas diurnas de color negro. A las ardillas «voladoras» (Glaucomys volans) se les daba el nombre de quimichpatlan o quimichpatlani (quimichin = ratones + patlani = que surcan el aire), lo que hacía referencia a la membrana que tienen entre sus extremidades y que les sirve para planear entre los árboles.
Igualmente, la partícula tlal (de tlalli = tierra) parece haberse aplicado a ardillas terrestres como en tlaltechálotl (ardilla terrestre grande), probablemente del género Cynomys, y tlalmototli (ardilla terrestre pequeña), probablemente a las especies menores del género Spermophilus, puesto que a las especies mayores de este género (como Spermophilus variegatus) simplemente se les denomina –aún hoy día– «techalotes».
Actualmente se reconocen 35 especies de ardillas en México, incluidas en 7 géneros, y 13 de ellas son endémicas. Representan 41.2% de las 86 especies registradas para Norte y Centroamérica. La mayoría de las especies que se encuentran en México son de hábitos terrestres (21 especies) y 14 son arborícolas. Sin embargo, estos extremos no son estrictos; algunas especies construyen sus madrigueras en la tierra y pasan gran parte de su actividad diaria en los árboles, como los chimocos (Tamias sp.) y las ardillas de tierra tropicales (tezmos, Spermophilus annulatus). La mayor diversidad de especies en México se encuentra en la Sierra Madre Occidental, particularmente en la Sierra de Chihuahua-Durango y el Eje Neovolcánico. Estas áreas son de importancia por su alto grado de endemismo, ocasionado por la intrincada topografía y los tipos de vegetación que limitan la dispersión de muchos pequeños mamíferos.
Una de las áreas con mayor diversidad de esciúridos en el noroeste de México es el estado de Sonora (10 especies en 5 géneros), que presenta tres influencias faunísticas: especies de bosques templados de la Sierra Madre Occidental, especies desérticas con un amplio rango que se extiende hasta Arizona y especies de pastizales que se extienden hasta Nuevo México y Chihuahua.
HIBERNACIÓN.
Las ardillas presentan comportamiento de hibernación o estivación. El comportamiento rítmico diario de muchas especies de ardillas está determinado por un «reloj biológico» endógeno, usualmente en combinación con factores físicos externos, como la variación diaria en la luz del día y la noche. Las estrategias de hibernación varían entre las especies dependiendo de lo riguroso de las condiciones climáticas, la disponibilidad de alimento y el tamaño corporal. Algunas ardillas como las Tamias presentan periodos breves de letargo que se alternan con actividad y alimentación, mientras que algunas Spermophilus acumulan la suficiente cantidad de grasa para soportar periodos de 4 a 5 días continuos de letargo. El tamaño corporal y el costo energético de reducir y elevar la temperatura corporal de los límites de su temperatura basal es determinante para seguir una estrategia.
EL PELIGRO.
De las 35 especies que existen en México, 8 se encuentran en alguna categoría de riesgo. como las ardillas «voladoras», que viven en poblaciones aisladas en áreas montañosas de bosques deciduos mixtos de pino-encino, pino-encino-abeto, y actualmente la especie ha desaparecido en varias localidades por la tala inmoderada de estos bosques. Otro caso similar es el de Sciurus aberti que se encuentra particularmente asociada con la presencia de pino amarillo (Pinus ponderosa); sus poblaciones, que son generalmente escasas, han disminuido debido a las tasas de deforestación que ocasionan la fragmentación del hábitat, poniendo en riesgo la existencia de esta especie.Por otra parte, el comercio de subsistencia de estas especies se realiza por medio de la captura de crías por los campesinos para venderlas como mascotas en los mercados de las ciudades o en las carreteras, sin una autorización legal, y por lo menos unas diez especies (e.g. Sciurus aureogaster, Spermophilus mexicanus) están sujetas al aprovechamiento cinegético bajo los lineamientos de la Ley General de Vida Silvestre. Sin embargo no existen datos cuantitativos que permitan evaluar si estas especies son realmente de un interés cinegético o solamente son de interés en la caza tradicional de algunas comunidades rurales.
Tomado del libro «LAS ARDILLAS DE MÉXICO» de Manuel Valdés Alarcón