«Esta película, rodada en 1952, tuvo entre sus méritos el reunir a grandes luminarias del cine azteca: Roberto Gavaldón en la dirección; Gabriel Figueroa en la fotografía y Arturo de Córdova, Pedro Armendáriz, Domingo Soler, Stella Inda y Carlos López Moctezuma, en las actuaciones protagónicas.
La fotografía de Gabriel Figueroa está acorde con su reconocido estilo y presenta en este filme una de sus grandes sinfonías visuales. La composición de los elementos de sus imágenes se fundamenta en describir fielmente las tradiciones indígenas mexicanas, como su icónica manera de despedir a los muertos.
A través de eficaces escenas, se demuestra el inmenso valor que representa para los indígenas la tierra que habitan, a la que la trabaja, la cultiva y la ama, constituyéndose en su razón de vida.
El rebozo de Soledad emerge también como un espléndido western de visión fatalista. Aborda el enfrentamiento por tierras entre dos singulares campesinos. López Moctezuma diseña un villano creíble, ambicioso y calculador, que sabe cómo alcanzar sus objetivos. Irónico en su vida y en su potencial muerte. Su presencia física es emblemática. Su rival principal es un personaje de moral ambigua, representado por el gran Pedro Armendáriz. El odio y la venganza serán las constantes de su enfrentamiento.
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El rebozo de Soledad es otra de las grandes joyas del cine de oro mexicano. Su brillo propio nace de la artística y loable manera de abordar a las confrontaciones y a las contradicciones humanas».
La pasión está también en el cine.