La adivinación mexica con granos de maíz.

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Nuestra portada viene del Códice magliabechiano, fols. 78r y 77v , esta lámina representa la adivinación por medio del lanzamiento de granos de maíz. La imagen muestra al dios Quetzalcoatl, al cual le rezaban antes de iniciar la adivinación. Abajo, quien está leyendo la suerte parece que está dando un fatídico resultado al hombre que está llorando: “si los tales granos hacían en medio vacuo […] era señal que […] moriría de aquella enfermedad.

A través de las semillas se revela la situación del consultante, donde actores, agentes, sentimientos, lugares –y otros– son representados. En el Popol Vuh, al inicio de los tiempos, aún en la oscuridad, los dioses primordiales al haber creado el mundo y a los seres humanos buscaban quiénes los respetasen con sus ofrendas. Para ello pidieron a otros dioses que “veían”, los abuelos Xpiyacoc, “el patriarca”, y Xmucane, “la partera”, que lanzaran sus maíces para adivinar cómo tendrían que ser los primeros seres humanos (Christenson, 2003, pp. 79-81).

En el centro de México, la invención de adivinación se atribuye a la diosa Oxomoco y al dios Cipactonal.

 

Oxomoco y Cipactonal (rediseñado de la página 21 del Códice de la Cihuacoatl (Borbonicus)). por Araceli Rojas @research gate

 

El nombre “Cipactonal” consiste de la combinación de Cipactli, el primer signo del calendario nahuatl, el inicio del tiempo, y tonalli, “día”, la energía vital que se vincula con el mundo de los dioses (López Austin, 1996, p. 238). Llevan consigo los instrumentos rituales y de adivinación; ambos llevan un bule con tabaco. Cipactonal sostiene el sahumador humeante, el punzón de hueso y una bolsa de copal. Oxomoco, interesantemente la contraparte femenina, arroja los maíces y tiene una jícara quizá con agua o para con ella lanzar los maíces. Ella es la que tiene el don de adivinar, es patrona y abuela de los que saben curar.
Así también son las mujeres de Poxoyëm, pueblo situado en el borde poniente de la región mixe, en la Sierra Juárez, al noreste del estado de Oaxaca.

Los libros calendáricos y adivinatorios en Mesoamérica eran considerados instrumentos para contar y ver (Monaghan y Hamann 1998, p. 135). Eran usados para ver cosas que se consideraban oscuras, como la causa de enfermedades (Boone, 2007, p. 20). El tonalamatl era manejado por el tonalpouhque, literalmente la persona que “lee y cuenta”, el contador de los días. Los expertos del calendario, en el pasado y en la actualidad, son capaces de contar, ver y leer; leer en el sentido de interpretar símbolos no comprensibles para la gente común. Pero contar no solo se relaciona con contar días, sino también con adivinar y manejar las semillas de maíz (Monaghan y Hamann, 1998, p. 132). Entre los k’iche’ y los ixil, los adivinos del calendario cuentan los días usando semillas de maíz, y de sus cuentas resulta la interpretación (ver Tedlock, 1982; Colby y Colby, 1981).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Texto tomado de El tiempo y la sabiduría. Un calendario sagrado entre los ayöök de Oaxaca  escrito por Rojas Martínez Gracida, Araceli. Culturas Populares, conaculta / Secretaría de las Culturas y Artes, Gobierno de Oaxaca / Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, a.c., 2014 432 p.: retrs., maps., tabs.: 22cm – (Colección Diálogos. Pueblos originarios de Oaxaca; Serie: Veredas) isbn: 978-607-7713-89-0

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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