Los primeros reportes sobre eventos de índole volcánica en México aparecen en los códices prehispánicos. Sus erupciones fueron representadas como un cerro con un copete de humo en su cima. El mejor registro de este tipo pertenece al Popocatépetl, que significa en lengua náhuatl “La montaña que humea”. Los aztecas reportaron la ocurrencia de erupciones en 1363, 1509, 1512 y 1519-1528 (De-la Cruz et al., 1995). Después de la conquista, los volcanes de nuestro país recibieron varias menciones, la mayoría enfocadas a la actividad del Popocatépetl. Sin embargo, fue desde inicios del siglo XIX cuando se hicieron estudios científicos como el de Humboldt en 1804, el de los geólogos Del Río en 1842, Del Castillo en 1870 y Sánchez en 1856
La historia eruptiva del Pico de Orizaba (conocido también como Citlaltépetl, que significa «Montaña de la estrella», en nahuatl) ha sido muy compleja dado que existen indicios de diversos eventos, los cuales se cree que comenzaron hace aproximadamente 600 millones de años. Tiene una elevación de 5.675 metros sobre el nivel del mar, lo que lo convierte en el pico más alto de México y el volcán más alto de América del Norte.
Es también uno de los tres picos volcánicos en México -junto con Popocatepetl e Iztaccíhuatl- que retienen los glaciares cumbres. Pico de Orizaba es parte de la Correa Volcánica Trans-Mexicana que se extiende aproximadamente este-oeste a través de México. La última erupción registrada tuvo lugar en 1846. Mientras que el volcán se considera inactivo en la actualidad, los geólogos continúan investigando los riesgos potenciales asociados con una renovación de la actividad.
Existen reportes de actividad histórica del Pico de Orizaba; la última actividad importante ocurrió en el año de 1687 (Mooser, et al., 1958), aunque hay reportes de erupciones menores en tiempos más recientes. Existen escasas señales de actividad moderna como exhalaciones débiles de SO2 y depósitos de azufre en las paredes del cráter (Waitz, 1910-1911), por lo que se considera como un volcán activo en estado de quietud.
Las sombras acentúan varias características del Pico de Orizaba, un estratovolcán, visible en esta fotografía de astronauta de la Estación Espacial Internacional. El cráter de la cumbre de 300 metros (1.000 pies) de profundidad es claramente visible contra el hielo circundante y la cubierta de nieve cerca del centro de la imagen. Varios caudales de lava se extienden por los flancos del volcán, fácilmente visibles por prominentes resaltes de refrigeración a lo largo de sus lados conocidos como diques de flujo. Uno de los ejemplos más claramente visibles está situado en el flanco del sudoeste del cono.
El extinto volcán Sierra Negra al suroeste tiene una elevación de cumbre de 4.640 metros (15.225 pies) sobre el nivel del mar; Aunque no tan alto como el Pico de Orizaba, es también uno de los picos más altos de México.
Créditos y fuentes consultadas.
Foto de portada: NASA.
Boletín de la Sociedad Geológica Mexicana Volumen Conmemorativo del Centenario Temas Selectos de la Geología Mexicana Tomo LVII, núm. 3, 2005, p. 379-424 Geología e historia eruptiva de algunos de los grandes volcanes activos de México José Luis Macías Departamento de Vulcanología, Instituto de Geofísica, Universidad Nacional Autónoma de México, Del. Coyoacán, 04510, México D. F.